La práctica de la Medicina del Viajero se ha desarrollado notablemente en los últimos  años, probablemente relacionada al incremento en el número de viajeros nacionales e internacionales, a la diversidad y complejidad de sus itinerarios, y al mayor conocimiento de los riesgos de adquirir infecciones o sufrir accidentes  durante un viaje.

Se estima que entre el 20 y 70% de los viajeros que visitan países en vías de desarrollo se enferman durante el viaje o al regresar. De ese porcentaje, un 8% suelen requerir atención médica.
Si bien la mortalidad por enfermedades infecciosas en esta población es baja, la morbilidad asociada es elevada, con altas tasas de hospitalización y ausentismo laboral, generando aumento de costos y un importante impacto económico. Los accidentes y enfermedades cardiovasculares son las principales causas de mortalidad.

El riesgo de enfermar durante un viaje depende de factores como: la región a visitar, la edad y estado de salud de la persona, el tiempo de estadía y la diversidad de actividades planeadas. 
Hay que tener en cuenta que los riesgos que enfrenta el viajero son dinámicos, nuevas enfermedades emergen y otras re emergen, mientras que otras áreas se vuelven más seguras. Esto hace de los viajeros una población importante epidemiológicamente, ya que su movilización genera la posibilidad tanto de importar enfermedades no endémicas a su país de origen como de exportar enfermedades no endémicas al país que visitan.